La receta de hoy no es precisamente para dietas hipocalóricas ni para estómagos delicados.
Dulce y crujiente han sido las palabras que me han venido a la mente en cuanto he probado el plato.
Crujiente por la consistencia que tiene la patata cortada tan fina y frita. Y dulce por la cebolla confitada y por la miel que añadimos a la sobrasada.
La patata es un tubérculo proveniente de las Américas y que popularizó el agrónomo y nutricionista de la corte de Luis XVI, Antoine-Agustin Parmentier, que divulgó sus propiedades en sus libros.
Existe una gran variedad de patatas, entre ellas: Monalisa, Carlita, Liseta, Madeleine,Leire, Jaerla, Florice, y muchas más.
Las patatas son imprescindibles en cualquier cocina, utilizada en múltiples recetas y con gran aceptación.
Fuente de la receta: Cocina Mía
Ingredientes:
1 kg. de patatas
1 kg de cebollas
50 gr. de mantequilla
1 cucharada de azúcar
250 gr. de sobrasada
2 cucharadas de miel
Aceite
Preparación:
Pelamos las patatas, las limpiamos y cortamos en rodajas muy finas.
Las freímos en abundante aceite hasta dorarse y las escurrimos en papel absorbente.
Picamos la cebolla.
En una sartén deshacemos la mantequilla, añadimos el azúcar y la cebolla picada. Dejaremos cocer durante unos 20 minutos hasta confitarla.
En un bol mezclamos la sobrasada y la miel.
Untamos con mantequilla una bandeja de horno y disponemos una primera capa de patatas.
Seguida por una de cebolla...
y por una de sobrasada.
Cerramos con una capa de patatas y volvemos a repetir la capa de cebolla, sobrasada y patatas.
Horneamos bajo el grill unos minutos hasta que se doren las patatas, vigilando que no se nos quemen!!.
Servimos inmediatamente.
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